Desde que mi intento de vivir con un tío terminara con él largándose vivo sola en mi casa, pero eso no quiere decir que no haya miembros en mi peculiar familia. Vale que no están vivos, pero son parte de mi familia
Desde hace más de 10 años tengo un compañero de fatigas, mi ordenador. Ahora mismo tengo un Pentium IV (no me acuerdo a que velocidad) con unas 300 Gb de disco duro (repartidas por diversos discos) y una ATI-9600. La verdad es que estoy muy contenta con él ya que me da pocos problemas y me hace muy buen servicio. Es mi compañero de fatigas.
Pero hace ya tres años le salío una hermanita, una Xbox (de las viejas), que tras ser adecuadamente chipeada a parte de servirme para jugar un poco me hace de reproductor multimedia en el salón. Estoy encantada con ella (aunque igual al año que viene tendrá a su hermana mayor la 360).
Luego llegó el hermano pequeño (en tamaño) que es mi portatil y me sirve de acompañante en aquellos sitios en los que mi ordenador no puede llegar
A parte de los hermanos más tecnológicos, siempre ha habido un hermano artista que estaba comiendo polvo en el trastero. Se trata de mi teclado (instrumento musical), un Yamaha PSR 160 que cuando me ha dado por volver a tocar ha sido readmitido en la familia.
Finalmente hace un año adopté a otra hermanita, una PS2, adoptada que un día tendrá que volver a su familia, pero mientras tanto me permite jugar a los Final Fantasy.
A parte de los 5 hermanos con los años he ido teniendo dos mascotitas. Un reproductor MP3 Napa (para oir la música en el transporte público) y una GP32 (para jugar y ver pelis en el transporte público). Durante el año pasado las dos mascotitas que ya estaban mayores (pero seguían funcionando como unas campeonas) fueron cambiadas por un iPod Nano v2 y una Nintendo DS Lite (gris).
De izquierda a derecha. Mi reproductor MP3 NAPA PA12FM, su substituto el iPod Nano 2GB, mi GP32 y su substituta la Nintendo DS Lite
Uno de mis objetivos de este año era hacer que el hermano artista de la familia creciera porque literalmente se me estaba quedando pequeño. Mi Yamaha PSR 160 y sus 4 octavas (grupos de 7 notas) no me permitían tocar numerosas canciones. A parte que tenía otra carencia importante, no tenía sensibilidad. Es decir daba igual que tocara suavemente una tecla o que la aporreara con todas mis fuerzas, sonaba igual. Tenía MIDI, pero la verdad es que nunca me compré ni una tarjeta ni los cables para conectarlo al ordenador. En su favor, el sonido de piano era bastante bueno y ha día de hoy sigue funcionando perfectamente.
Bueno, pues ya tengo el nuevo miembro de la familia en casa. Un Yamaha GPX 620, un híbrido entre piano electrónico y un teclado electrónico. Es más grande que yo; ya tiene las 88 teclas de un piano (el PSR 160 tenía 49), están contrapesadas (es decir parecen las teclas de un piano) y tienen sensibilidad. Además suena el condenado increiblemente bien. No es comparable a mi viejo 160, es una experiencia totalmente distinta.
Ahora tengo que acostumbrarme a tocar con un teclado de verdad. Las teclas ahora pesan y la verdad es que me canso más al tocar. Tengo sensibilidad en las teclas pero también muestra mis vicios y los sitios en los que tocaba más fuerte cuando no debia. Ahora debo acostumbrarme y seguir tocado porque la verdad es que me he acabado gastando bastante más de lo que esperaba gastarme. Ha sido un capricho en toda regla pero dado durante el último año realmente me apetece tocar esperemos que esté bien invertido.
1 comentario:
Eso, eso a tocar! :)
Laura
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